El sector automotriz se encuentra en una fase crítica de innovación tecnológica, impulsada en gran medida por la adopción de vehículos eléctricos y autónomos. Elon Musk, a través de Tesla, ha liderado este cambio, destacándose con su software avanzado y recopilación masiva de datos, elementos que espera sean la base para su tecnología de robotaxis. Aunque Tesla presentó modelos como el Cybercab y el Robovan, este evento resultó en una caída en las acciones, reflejando una reacción escéptica de los inversionistas. Mientras tanto, la competencia en el sector de robotaxis crece con empresas como Waymo y Cruise en EE.UU. y Apollo Go en China.
El desarrollo y despliegue de servicios de robotaxis enfrenta numerosos retos financieros y regulatorios. Waymo, por ejemplo, ha invertido billones en construir su flota de 700 vehículos, pero aún se ve limitada por factores de infraestructura y altos costos, como el de cada vehículo equipado con sensores avanzados. Los servicios autónomos presentan oportunidades de ahorro al eliminar el costo del conductor, aunque la tecnología aún requiere de supervisores remotos y costosos sistemas de mantenimiento.
Tesla apuesta a un sistema basado solo en cámaras, que lo haría más económico y adaptable. Sin embargo, convencer a los reguladores de la seguridad de esta tecnología autónoma menos transparente es un reto, en especial después de accidentes recientes que afectan la confianza pública. Aunque ciudades y empresas de transporte como Uber se interesan en integrar estos servicios, no hay garantías de que el modelo sea rentable a corto plazo, y su implementación en gran escala enfrenta limitaciones financieras y de infraestructura.
Finalmente, la propiedad de los robotaxis plantea interrogantes sobre el modelo de negocio. Aunque Uber ha comenzado colaboraciones con Waymo y Cruise, aún no se vislumbra un operador central para estas flotas autónomas. Inversionistas prevén que los ingresos significativos en el sector de robotaxis podrían tardar en llegar debido a los costos elevados y la necesidad de aprobación regulatoria.
Fuente: economist
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